Nos encontramos a tan solo un mes de la jornada electoral y fiel a la costumbre dentro de los procesos electorales, particularmente en el tiempo de campañas, algunos eventos imprimen un toque especial al momento. El desafuero del Gobernador García Cabeza de Vaca y el doloroso evento en la línea 12 del metro de la CDMX, ambos como claros ejemplos que derivan en golpes de timón para lasestrategias de comunicación en las campañas electorales.
A lo primero, la Cámara de Diputados conoció en días pasados, en un circo en el que más se debatió sobre la pureza de los grupos parlamentarios que sobre los elementos que la UIF y FGR le imputan al Gobernador de Tamaulipas, para proceder a su desafuero y enviar posteriormente la comunicación al Congreso de la entidad, mismo que rechazó el juicio de procedencia.El resultado, un interesante camino en el que la Suprema Corte tendrá que decidir el final de la historia.
En contraste y al paso de los días, hemos sido testigos de un siniestro en el metro de la CDMX, que nos llena de dolor pero que también debe generar una acción eficaz y contundente para no dejar impute la falta de responsabilidad en quienes hayan tenido que estar pendientes del mantenimiento o supervisión de la red de transporte público, me atrevo a afirmar, más importante de todo el país.
Los dos eventos, uno casualmente llevado a la escena en pleno proceso electoral y el segundo, obra de la incapacidad que tarde o temprano sale a luz, son la mejor evidencia de que muy pocos, actores políticos o gobiernos, están exentos del gran problema de nuestros días, la corrupción. Directa o indirectamente, pero de estos sucesos queda algo muy en claro, los resultados anticorrupción son nulos y lamentablemente hay quienes aún confían en los discursos puristas.
La jornada electoral deberá desarrollarse a la luz de civilidad democrática y con la mayor participación posible, porque pese a la pandemia o la desesperanza, el futuro del país no puede quedar en la decisión de pocos. Coyunturas mediáticas o desafortunados sucesos seguirán habiendo, pero la diferencia radica en si son orquestados para influir en las decisiones o por el contrario, si son resultado de laevidente incapacidad para gobernar.
La evaluación y atención de lo que veremos en pocos días, de cara a la jornada del 6 de junio, es de suma relevancia. En general, las encuestas más serias reflejan una ciudadanía con vistas a perfiles de la oposición o con tendencia al apoyo al partido en el poder, en eso encaja lo que aquí comento, evaluar a los perfiles y su capacidad de gobernar, una tarea que exige nuestra democracia. Los leo con aprecio.